Durante el proceso de laminación en caliente, el acero se deforma a altas temperaturas, dando como resultado granos internos refinados y homogeneizados, dotando a la bobina de una excelente tenacidad y ductilidad. Esto le permite absorber energía de manera efectiva cuando se somete a impactos externos y es menos propenso a fracturarse por fragilidad, lo que lo hace adecuado para aplicaciones donde se requiere resistencia a los golpes, como en la fabricación de piezas de automóviles y estructuras de construcción.